Castillo Fortaleza de A Frouseira

 
Castillo

La fortaleza de Pena Frouseira aparece por primera vez mencionada en un documento de 1156. Sus ruínas están declaradas Bien de Interés Cultural (BIC). Perteneció a la mitra mindoniense y probablemente fue uno de los bienes que Pardo de Cela recibió como dote de su boda con Isabel de Castro, hija del Conde de Lemos.

Identificado como el Castillo del mítico mariscal Pedro Pardo de Cela, los restos arqueológicos se encuentran situados en un espolón rocoso con un amplio dominio visual sobre la ría de Foz y sobre todo el valle y tierras de Alfoz y O Valadouro.

Esta fortaleza está situada en la parroquia de Santa Cilla de O Valadouro en el ayuntamiento de Foz. La fortaleza sufriría serios daños durante la Revuelta Irmandiña pero fue reconstruida, como castigo por su sublevación, por los mismos que la destruyeron, siendo reforzada defensivamente en muchos de sus puntos. El asedio al que fue sometida entre 1480 y 1483 por las tropas reales del Gobernador Fernando de Acuña supuso su destrucción definitiva.

La fortaleza se asienta sobre una peña granítica de 429 m., lo que la incluye en la definición de castillo de tipología de roquedo, muy abundantes en el territorio gallego.

La planta de estas construcciones surgía de la adaptación a las irregularidades del terreno y en función de sus necesidades defensivas. Debido a esto y al mal estado de conservación de los restos arqueológicos, no se puede definir claramente la disposición de las estancias que darían forma al conjunto. Los restos que se distinguen sobre el terreno parecen sugerir la existencia de varios recintos.

Cuenta la leyenda que los mandatarios de los Reyes Católicos, enfrentados con el Mariscal, tramaron la traición de A Frouxeira ante la imposibilidad de poder conquistarla. A Pardo de Cela lo habrían vendido los 23 criados que defendían la fortaleza. Los "cantares" dicen que el traidor fue Roi Cofano de O Valadouro. La firme lucha durante tres años en la Frouseira, la traición de los criados y su ejecución, degollado en la plaza de la Catedral de Mondoñedo, lo convierten enseguida en mito y comienza a ser trovado en ferias y mercados.