Playa de Chamadoiro. Geoturismo

 
Geoturismo

La playa de Chamadoiro se encuentra en el extremo noroeste del concello de O Vicedo, en el límite con la provincia de A Coruña. Destaca la presencia de un importante filón de cuarzo que atraviesa este estuario con una bella barra de arena, que sólo es posible contemplar en bajamar. 

Este estuario está cortado en diagonal por un potente filón de cuarzo de más de 10 kilómetros de longitud y unos 70 metros de anchura, es el material más relevante de este lugar de interés geológico. Asimismo, separa rocas muy diferentes, al Oeste aparecen pizarras y cuarcitas, mientras que al Este afloran granitos y los gneises de la formación “Ollo de Sapo”. En la playa de Chamadoiro puede observarse el filón de cuarzo, gneises y granitos. 

El filón de cuarzo se originó a partir de la circulación de aguas a altas temperaturas -superiores a los 350ºC- muy ricas en sílice aprovechando una importante falla en el terreno. Esa circulación de fluidos fue muy intensa y continuada en el tiempo, puesto que en ocasiones se pueden ver filones más pequeños que cortan y/o fracturan a los iniciales, dando lugar a brechas.  

Uno de los filones de cuarzo más importantes del mundo, no sólo por sus dimensiones sino también por la pureza que tiene. 

Los gneises de la formación “Ollo de Sapo” son el resultado de una intensa transformación que afectó a unos materiales volcánicos hace 400 millones de años. Esta actividad volcánica fue muy explosiva y violenta, debido a que el magma era muy viscoso y con grandes contenidos en gases, se ha podido estimar que todo esto ocurrió hace unos 475 millones de años.  

En ocasiones, los gneises “Ollo de Sapo” llegaron a fundirse, lo que dio lugar a los granitos que aparecen junto a ellos. Esto sucede durante la formación de la famosa Pangea, por el colosal choque entre dos supercontinentes -Laurusia y Gondwana- hace 350 millones de años

Espectacular barra arenosa 

Desde el punto de vista geomorfológico, lo más relevante es la presencia de una espectacular barra arenosa en la desembocadura del río Sor. Que no deja de ser el resultado del continuo transporte de sedimentos desde su nacimiento hasta su llegada al mar.  

En estuarios como el del Sor se produce un movimiento de inmensas masas de agua -tanto salada como salobre- en cada ciclo mareal, lo que genera poderosas corrientes que dejan unas estructuras características en la arena, es el caso de los magníficos ejemplos de megaripples -similares a dunas bajo el agua-. 

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