Puerto de Portocelo

 
Puerto pesquero

Este lugar se define como un puerto natural y resguardado, con un medio físico muy característico en forma de botella. En el fondo en su espacio más ancho, se sitúan la playa y el puerto, con aguas tranquilas y cristalinas. En la zona circula una leyenda sobre San Tirso, al que se le dedicó una ermita cercana, hoy en ruinas.

El nombre de Portocelo proviene del latín “Portus Celo”, o puerto oculto. Su escondida localización al final de la ensenada,  cuenta con dos playas independientes en forma de concha, de oleaje tranquilo, con unos 250 metros de ancho y 20 de ancho, formadas por arena blanca y piedras que se unen en marea baja.

Por la gran diversidad de fauna y flora marinas, sus aguas constituyen ricos ecosistemas para la práctica de la pesca y submarinismo. En el puerto, la flota se reduce a un pequeño número de embarcaciones tradicionales de pesca artesanal que aprovechan las riquezas marinas de la zona.

En las cercanías, por la costa, localizaremos las ruinas de la Ermita de San Tirso, que quedó en desuso en los años 30 del pasado siglo, cuando se construyó la actual iglesia de la parroquia en Vilachá. Según la leyenda, el cuerpo descuartizado del Santo, llegó hasta el mismo acantilado, en una barca de piedra, que se puede contemplar al bajar la marea en la orilla del mar. En este punto podremos disfrutar de una gran belleza paisajística, pudiendo observar un conjunto de pequeñas islas conocidas como Isla de Cal , las Meás y Punta Merixe.

En la historia reciente, en el lugar cercano de la Ensenada de Regodola en la década de 1970, se promovió la construcción de una central nuclear. Este proyecto encontró una fuerte oposición tanto en la sociedad gallega de la época como en los habitantes de la zona, y el 10 de abril de 1977 tuvo lugar una manifestación histórica, en la que 8.000 personas marcharon desde Viveiro hasta Xove, evitando finalmente la instalación.